Shakira, yo, el poltergaist y el waka waka


Que sea un modo de agradecer, no un modo apresurado de creer conocer a la gente, tengo mucho que devolver, sobre todo a ella, quien fue los oídos que escucharon cuanta estupidez tuve que decir, cuanta queja grité, cuantos llantos lloré, y cuantas cosas que no tuve y que añoré. Lo hago de la mejor forma que se, por eso hoy doy un espacio a esta mujer, que me enseñó tanto sin querer. Quizás y es probable nunca nos volvamos a ver, venimos de lugares tan apartados y distintitos, pero las ganas no nos faltan, pero ella tiene tanto que hacer, a ese hombre querer, y yo muchos tantos que conocer.


Pensamos cosas distintas quizás, y no, y si, pensamos cosas totalmente distintas, la mayoría del tiempo no estamos de acuerdo, nacimos bajo el mismo signo, ella cinco días después del día que yo nací, y yo… unos siete años antes que ella.


Tenemos tanto en común y somos tan distintas. Tenemos ambas un bonito oído pero ella tiene uno aún mejor que el mío. Ella es romántica soñadora, yo de romántica no tengo nada. Me propone que la ropa sea desechable pero biodegradable, yo le propongo que si vamos a ser postmodernas entonces los novios tienen que desecharse.


Y bueno… ella es ella, la conocí por Dios sabe qué razón, pero caí en su cuarto, en su vida y en su filosofía. Recuerdo que una vez le dije que era presumida ajaja y si… discutimos crudamente, lo hicimos lo bastante fuerte como para recordarlo. Luego dijo que mi risa era burlona y que le molestaba, yo le decía que así era mi risa y que no había maldad alguna, alcé la voz, ella se enojo, quedamos en silencio y terminó.


De todos modos pudimos reírnos…con ¡vaya que carcajadas! Cuando caminábamos por el pastizal y los perros nos olían el trasero, porque los perros eran los únicos que tenían iniciativa en ese lugar. También disfrutamos los momentos simples, de difíciles cargas en youtube de “la familia crece” y de sueños oscuros con el chico mermelada.


Pasamos frío pero no hambre, pasamos penas y alegrías, intentábamos imitar la tonadita del lugar pero no podíamos, porque más arraigado en nuestro cuerpo y nuestra alama estaba lo que éramos en verdad, ella una Arequipeña que comía rocoto relleno, y yo una santiaguina del campo, que en su dieta no concebía la ausencia de la palta.


Pasamos noches enteras cantando, quizás Alejandro Sanz, quizás bailando la salsa de los pescados, quizás conversando, quizás burlándonos de Kant, porque era más fácil burlarse que entenderlo, ella me enseñó mucho de filosofía, y yo a ella sólo le hice preguntas. Ella tiene un espléndido talento orador, y yo de oratoria no sé nada.


La usé como mi terapeuta filosófica, también como espectadora de mis bailes y canciones inventadas, la obligué a que tomara té con endulzante, pero no logré que lo bebiera hirviendo como a mí me gusta, le inculqué el vodka naranja, pero sin mayor éxito.


Aunque somos muy distintas, nos unen los cantos los domingos, el rezo del credo, las juventudes católicas, y la certeza que se puede ir los domingos a misa y creer, además de estudiar filosofía durante la semana.
Aunque ella ame las rosas y los peluches, mientras yo los deteste, aunque ella quiera casarse y yo no crea que ello pueda siquiera pensarse, aunque ella diga “saladas”, cuando yo diga “dulces” aunque use tacones, y yo no los soporte, aunque nos divida la guerra del pacífico, aunque su clima sea templado y el mío mediterráneo, aunque ella vaya a karaoques y yo a discotecas, aunque ella diga “para toda la vida” y yo “sólo el momento” , aunque ella estudie en la UNSA y yo en la UCN aunque ella estudie a Pizarro y yo a O’Higgins, aunque ella diga Huascar y yo diga Esmeralda, aunque ella hable quechua y yo no sepa de mapuche, aunque ella sea “pe” y yo sea “po”, aunque ella diga “carajo” y yo diga “mierdaeseculiiaoesunconchesumare”, aunque ella viva en Perú y yo viva en Chile, sólo sabe Dios qué cosa fue la que nos unió y la que aún nos une.

Gracias:
-A la vida, que me dio el mensaje antes de que pueda decidir hacer lo que hizo Violeta, por la causa que sabemos.
-A mis “mis”, que son mis, y siempre serán mis “mis”
-A Sony e. T. por alegrarme la vida.
-Al agüita cochina por hincharme los ojos.
-A los que no me quieren, para valorar a los que si lo hacen.
-A mi madre y a mi padre, por mimarme, a mis hermanas y hermanos por recibirme.
Escucho:
“En tus manos” *Javiera Mena*